El curso ya ha
aterrizado en el final de su ciclo, todo llega a su fin y éste no podía ser
menos. Nos va a dar pena porque a pesar de la rutina que puede llegar a cansar,
estábamos aprendiendo, poniéndonos objetivos cada día y al final, te haces a la
gente que te rodea. Si no queda amistad, al menos que quede un bonito recuerdo.
Mañana es la despedida y así, la festejaremos en la comida.
Me han
encantado los programas, sobre todo Photoshop
e InDesign. Lo que puedo asegurar es
que jamás nos olvidaremos del offset.
Tras este
breve resumen de los últimos acontecimientos, quería compartir un vídeo muy
enriquecedor sobre la PNL, la Inteligencia emocional y la Oratoria; tres disciplinas que bajo mi
punto de vista son importantes y necesarias.
Dentro de la
inteligencia emocional existe una clave fundamental que es la escucha activa, según
la definición de la atención plena, se trata de: “poner atención al lenguaje verbal y no verbal, así como a las
emociones que la otra persona trata de transmitirnos, sin juzgarla e intentando
entender su punto de vista” (Mooc. Mindfulness. Miriadax)
Muchas veces
si no estamos frente a la persona que nos está hablando es difícil observar su
lenguaje no verbal, pero aunque sea por teléfono o por Skype, si podemos
percibir el tono de voz y tratar de apreciar la emoción.
¿Qué no se
debe hacer cuando estamos escuchando a una persona que nos cuenta algo?
- Darle consejos
- Confrontarle agresivamente
- Interrumpir al agresor
- Hacerle excesivas preguntas
- Juzgar al emisor
- Culpabilizarle o sermonearle
¿A qué se debe
poner especial atención?
- A lo que no nos dice, porque los silencios también son lenguaje
- A los mensajes implícitos
- A la discrepancia entre el lenguaje verbal y el no verbal
- A los efectos que nos produce en nosotros la persona que habla
Y además de
todo ello, EMPATÍA. Ponernos los zapatos de la otra persona y como seguramente
no calcemos el mismo número o tengamos el mismo estilo, no dar por hecho lo que
debería o no hacer esa persona y no juzgarla.
Esto que a
priori parece muy fácil, no lo cumplimos la mayoría de las personas y es una
pena porque aprenderíamos muchas más cosas. Como bien dice Mónica Pérez de las Heras en el vídeo
que he compartido, para algo existen dos orejas y una boca.
Voy a exponer
dos casos distintos que creo que el receptor aunque no sin buena intención, no
ha sabido gestionar bien su papel como tal.
Puede que esté
equivocada y quiero añadir que soy la primera en meter la pata, por eso me
encantan estos cursos, porque aprendes a ser mejor persona, conocerte, conocer
a los demás y llevar unas relaciones más sanas. Dicho esto, prosigo:
¿Por qué
cuando le preguntamos a alguien sobre algo que le ha ocurrido le restamos
importancia? No lo entiendo, muchas veces se hace por ayudar a la persona, pero
es que pienso que no la ayudamos nada, todo lo contrario, se podría interpretar
cómo si lo que nos contase ese individuo careciera de importancia para que ni
siquiera lo mencione. ¿Quiénes somos nosotros para darle un grado de valor a
una experiencia que nos cuentan? Aquí normalmente aprovechamos para contar
nuestra vivencia. Si a ti te ha ocurrido eso, a mí 100 veces más; ¿Qué es una
competición de desgracias? Muchas veces las personas simplemente quieren que
las escuchen, sin más, sin consejos, sin restarle importancia; incluso sin animar,
aunque hay muchas maneras de hacerlo.
Si
verdaderamente no queremos escuchar lo que tengan que decirnos, ¿para qué
preguntamos? O preguntamos para a continuación contarle algo nuestro. ¿Tanta
necesidad tenemos de hablar por los codos? De esa forma, jamás vamos a saber la
opinión de una persona, sus temores, sus sueños, sus necesidades, etc.
Otro caso, la
conversación gira en torno a los gustos o hobbies, dos no tienen la misma opinión sobre un libro, por ejemplo. A ti no te ha gustado y a la otra persona sí. ¿Por qué tratamos
de convencer a los demás de nuestros gustos? ¿Las marcas nos dan beneficios?
¿Todos somos vendedores en potencia? Lo mejor, se te puede ocurrir decir algo
negativo sobre ese gusto; lo has hecho fatal porque has conseguido que la otra
persona se enfade. Se tienen que respetar los gustos de cada uno, pero somos
libres a todos y todas no nos gustan las mismas cosas, si no sería una pelea
continúa. Así pasa que se interrumpe, se habla por encima porque es más
importante lo que yo tenga que decir que tu gusto. Al final, para estos casos
se tira por la calle del medio, “tienes toda la razón, no tengo ni idea sobre
gustos, ¿para qué voy a opinar?” Tal vez porque tienes el mismo derecho que la
otra persona.
Tanto amigos
como familia, compañeros; intentamos ayudarnos, nos damos consejos, opiniones y
parto de la base que siempre tratamos de hacerlo con la mejor intención, pero
es que muchas veces nos estamos equivocando al escuchar, porque no lo hacemos
con los cinco sentidos y si verdaderamente nos importamos, vamos a hacerlo
bien.
Alguien me
dijo una vez y aunque la frase es de Pitigrilli,
no me la transmitió él:
“No me den consejos, sé equivocarme sola”
La vida es de
cada cual, escuchemos y si esa persona necesita nuestra “sabiduría” ya nos la
pedirá, tampoco quiere decir que hagamos como que atendemos y no le pongamos
ganas, sin llegar a los extremos, se pueden conseguir muchas escuchas activas.
¡¡Te dedico la canción, amiga, pronto nos vemos!!
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