lunes, 24 de noviembre de 2014

Anecdotario

    Me gustaría antes de que finalizara este año narrar un recordatorio de anécdotas que nos hicieron bastante gracia a mi familia y a mí. Siempre acabo en las situaciones más insospechadas de una manera torpe, pero siempre con mucha gracia. Reírse de una misma es un deporte muy sano, vamos a practicarlo.

    Un día caluroso en la piscina, mientras mi hermana y J me esperaban para darse un baño, decidí acudir a los vestuarios, por necesidades fisiológicas y ponerme la vestimenta típica de piscina. Ese día, decidieron los trabajadores de mantenimiento cambiar las puertas, lo que suponía que había que ejercer bastante fuerza para abrirlas, sobre todo, aquella intrépida que decidiera echar el cerrojo. Esa fui yo, al menos no estaba sola, siempre me quedaba las tecnologías, así que decidí que menos ponerme a gritar como si hubiese un incendio, me senté y comencé a transmitir mi situación a través del teléfono a un grupo de familia, también llamé a los que estaban en la piscina en ese momento, pero como es normal, no tenían el teléfono.

    Pasados cinco minutos y observando la abertura que había debajo de la puerta, pensé y puse en práctica, intentar pasar debajo. Eso sí, primero la mochila y luego yo con el bolso puesto, no soy una sílfide, no cabía y tampoco era cuestión de quedarme encajada, pues el bochorno hubiera sido enorme.

   Transcurrido un rato, vino mi salvadora, mi hermana que preocupada por mi tardanza decidió acudir al lugar de los hechos. J no estaba nada preocupado, es más, pensaba que mis necesidades fisiológicas estaban llevando su tiempo y que ya llegaría. Cuando ella alcanzó el vestuario, había una persona más allí, al escucharle grité. Finalmente vino el encargado de la piscina a rescatarme. La mujer que se encontraba en ese momento, pensó que esos ruidos de forcejeo se trataban simplemente de alguien que se estaba vistiendo o simplemente acabando de realizar lo que quiera que se realice cuando acudes de urgencia a un WC. Claro, aquí me pregunto si es necesario bailar sevillanas cuando estás acabando, dar golpes a una puerta o un forcejeo no es propio del ritual, cosas más raras se han visto. Todo quedó en una simple gracia del verano.

   Me volvió a suceder lo mismo posteriormente en otro lugar, pero esta vez alguien vino en mí auxilio, en cuanto me escuchó.

   El segundo acontecimiento sucedió trabajando. Primer día, nervios, grupo de personas con otra nacionalidad, con dudas de si nos entenderíamos; por suerte hablaban español y a pesar de un primer obstáculo que tuvo la red wifi, se superó. Cuando llegas a un sitio y no sabes la mitad de las cosas, acabas muy perdida.

   También era un día caluroso y para poder remediar esto, había que poner el aire acondicionado. Hoy en prácticamente cualquier empresa es raro que no haya aire acondicionado, ya sea por medio de mandos o centralizado con la informática.



     Debido a que no encontraba los mandos, ni los aparatos, ni me respondían al teléfono; mi sorpresa fue cuando debajo de la mesa encontré un ventilador. No se me ocurre otra cosa que coger el ventilador y llevarlo a una sala con treinta personas y una de ellas, hablando en japonés; quitar pertenencias de alguien de un asiento ponerlas en otro y conectar allí el aparato. Las caras eran un poema: sorpresa, risa, seriedad, alucinación. Lo mejor viene cuando toda convencida me dirijo a ellos y les digo que lamentablemente no les va a llegar a todos el aire, el asiento es más bajito y no abarca todo el aula. Una señorita se da la vuelta y me dice que a ella si le llega. Pruebo las velocidades, hacen mucho ruido pero la dejo en el tres y me dirijo a mi lugar en la entrada. Por suerte, recibo una llamada en la que me indican que tengo que conectar un programa para poder conectar el aire, una vez hecho esto, vuelvo a la sala y recojo el aparato, las caras siguen siendo las mismas. Ese día, creo que con la máquina del agua caliente, casi quemo a una de ellas y  a la pregunta tonta de, “¿se ha quemado?”; vino una respuesta de, “aún no”.

    Lamentablemente fue una entrada desastrosa, pero se quedó en la anécdota, cada vez  que recuerdo el momento no puedo parar de sonreír, me han seguido llamando, imagino que no fue tan grave. Ahora entiendo porque mi chico me llama Bridget Jones y creo que no es sólo por los mofletes.

   Para terminar esta entrada cómica quería agradecer a mi cuñada y mi hermano que me llamaran para acudir a verles a ellos y a mi sobrino que cada vez es superior. Cariñoso, divertido, le encanta bailar, repite todo, se ríe, disfruta, juega. Me encanta y es que una vez que te vas y llega el día siguiente, le echas mucho de menos.

  Agradecer a mi amiga ponferradina los días que ha aprovechado a recoger documentación en Madrid y ha pasado en mi casa. Se le echa muchísimo de menos, todas las conversaciones de corazón, las risas, los recuerdos rememorados, la confianza en ambas direcciones que creo que es muy importante a lo largo de los años y a pesar de la distancia.

   Gracias hermanos por todo lo que me estáis ayudando en cuanto a lo laboral se refiere, espero algún día poder celebrarlo de verdad con vosotros.

   Finalizando, suelo sacar muchas conclusiones a veces malas, otras buenas de conversaciones que mantengo con personas de mi entorno y que me hacen reflexionar. La mayoría de las veces son cosas muy buenas, porque los puntos de vista de las personas aunque sean diferentes te dan otra posibilidad de ponerte otro cristal. También hay veces que no te transmiten buenas vibraciones, quizás porque no estás en la misma onda, porque esa persona no ve la vida igual que tú, es más auditiva y tú eres más visual o simplemente porque hay un choque de argumentos.

  La amistad a veces es compleja y todos tenemos determinados tipos de amigos, a mí me gusta creer, probablemente sea muy sentimental, romántica, con muchos ideales o ingenua; que los que consideramos con esta etiqueta siempre se alegrarán de tus logros, igual que tú de los suyos. No como ellos, ni ellos como tú. Plantear esto desde el punto de vista de la indiferencia, “a tus amigos les va a dar igual lo que consigas”, me deja muchas dudas. Desde luego, tus objetivos los vas a alcanzar por ti, independientemente de lo que piensen los demás, pero siempre te alegrarás por todo lo que consiga tu gente, aquellos a los que quieres bien. Entonces, el cotilleo para las revistas del corazón y los discursos para las conferencias.

 Otra reflexión, si la debilidad es entendida como aquellas personas que eligen callarse en determinados momentos y no en otros; mostrar sus emociones porque se alegran de algo que han leído, se ponen tristes por algo que han recordado, en definitiva, tienen mucha sensibilidad. ¿Qué se entiende por fortaleza? Luego, espero seguir siendo todo lo humanamente débil que pueda.

  Quería compartir una magnífica conferencia del Dr. Mario Alonso Puig y una de las canciones favoritas de Mateo.




Lo más importante no es lo que está atrás en el pasado, tampoco es lo que está en el futuro, lo más importante es lo que está dentro de cada uno de nosotros”



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