lunes, 5 de agosto de 2013

Flores rojas, rosas, fucsias, naranjas y blancas



Nunca he estado tan cerca del río Tajo como cuando estuvimos en Aranjuez, en los Jardines de la Isla y todo lo que nos quedó por ver. Ese día me encantó, tras degustar un Kebah, nos marchamos a iniciar mi ansiada sesión de fotos y lo bonitas que han quedado, pues una transmite una escena de cine o un viaje. El majestuoso Palacio Real que no nos decía nada en su lado, pero mucho en su frente. Los puentes que me recordaban a Brujas, me encantan debido a que acercan dos puntos que en un principio estaban separados.



Creo que el Jardín me gustó porque es Renacentista, como casi todas las grandes obras del s. XV-XVI. La idea la inició Carlos V, pero no fue hasta su hijo que la puso en práctica. Trajo especies de Flandes, Francia, Valencia y Andalucía, sabemos que los reyes eran grandes coleccionistas de todo (animales, plantas, reliquias, etc) y Felipe II era uno de ellos. Los mármoles, como no, de Italia para las fuentes, aumentaron con Felipe III y Felipe IV. Y según he leído el agua de esas fuentes provenía del Mar Ontígola.



En la época de los Borbones, con Felipe V, se construyeron fuertes muros de contención, salvaguardando el jardín del río, llamado “La Isleta”, creo recordar que había muchos patos. Los bancos que rodean las fuentes, dónde practiqué mi silbido “besuguil”, los construyó Sabatini, en el reinado de Carlos III.

El siglo XVIII le dio el lado salvaje, restándole artificiosidad, recomiendo llevaros una toalla, sentaros en el campo y mirar hacia el cielo, es un ejercicio de relajación que acabas olvidando dónde estás. Como decía J, lo más importante de las fuentes es lo que se encuentra sobre ellas, además del agua. Las esculturas y son varias:
Hércules matando a Hidra (como la propia época, añorando la mitología, lo clásico, lo antiguo Grecia y Roma)
Apolo, Fuente del Reloj, Espinario, Venus (su material enviado desde Florencia, se cree que se consiguió tras la Batalla de Lepanto), Baco, Neptuno, etc.

Felipe II, en 1561 ordenó la sustitución de la vieja residencial maestral por un antecedente a lo que hoy es el Palacio Real. Hasta Felipe V, quedarán aplazadas las obras del nuevo edificio y es que “las cosas de palacio, van despacio”. Se destruyó por un incendio y Fernando VI, encargará su reconstrucción. Se amplía con Carlos III, Sabatini se encarga de las alas de poniente que limitan la gran Plaza de Armas, en la que se hacían bailes, la capilla será decorada por Bayeu. No lo vimos en su interior, queda pendiente.



Sólo puedo decir que la visita mereció la pena, el sitio es precioso, buen ambiente y con buena compañía, nos sirvió para recordar anécdotas sobre lo que supone comenzar. Todo se fraguó en una de mis épocas favoritas, “La Edad Moderna”.







“Hay momentos en los que miras atrás y no sabes exactamente que pasó, sólo sabes que desde que pasó, nada volvió a ser lo mismo”



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