Esta entrada tendría que haberla escrito ayer porque me saldrían
menos esfuerzos por estar enfadada y tratar de contar la experiencia en el
curso de Artes Gráficas, pero es que hoy estoy muy contenta, no sé si porque se
acerca un puente y voy a realizar actividades
extra que no son habituales y alguna que otra excursión o porque simplemente a
veces también tocan los días buenos. Otra vez, entra en juego la actitud y la
disposición a la que nos enfrentemos a nuestra jornada, tarea, trabajo, etc.
Respecto al curso que nos ha otorgado el Inem y la Comunidad de
Madrid por eso de estar desempleados, “Diseño
Gráfico”, el título en realidad es más largo. Me siento muy feliz en cuanto
a lo que son contenidos y sobre todo, en este segundo módulo que trata de
Photoshop, es alucinante lo que puede enganchar algo tan sencillo como es
retocar una fotografía, lo de sencillo igual me he pasado, pero creo que de
momento lo básico lo estamos cogiendo. El primer módulo fue más teórico pero
son temas obligatorios, sé más de impresión a estas alturas que distinguir una
letra cortesana, de una procesal que hacía antiguamente.
Si nos centramos en el personal, el profesor a cargo de la tarea también
me gusta. Sabe dar las cosas de una manera que se entiendan, trata de agradar a todos
y cada uno de los alumnos de diversas edades, lugares, etc. Ahora, toca hablar
de los compañeros, de manera general son gente sencilla, normal, agradable. No
he conocido a los catorce que componemos la clase, pero a primera vista puedes
llevarte una buena impresión. Siempre habrá alguien que te agrade más o menos,
pero al final todos tenemos un faro: acabar el curso, realizar las prácticas y con
un poco de suerte, encontrar un trabajo. Si es con esta especialidad, mejor.
Cada uno de nosotros elegimos
a personas que están al lado o cerca. Han coincidido para dialogar, hacernos más
amena la jornada y quién sabe, incluso puedes encontrar amigos. Mi caso está dudoso,
no soy una chica asocial, pero por primera vez, estoy encontrando diferencias de
edad bastante considerables, si es que se le puede achacar a eso. A dos de
ellas les saco ocho y diez años.
Mi obstáculo, no lo voy a llamar problema porque no creo que haya
que darle esa relevancia es que nunca me he llevado bien con los/as “bufones” y
creo que ni me llevaré, los tolero porque todo el mundo tiene derecho a respeto
y una cierta educación o cordialidad por mi parte, pero no soy capaz de
empatizar. Por muchos motivos: en primer lugar porque normalmente sus mofas
suelen ser hacia personas calladas o distintas al resto; segundo, se ríen por
todo y en mi caso, pues igual soy más selectiva con el humor. Tercero, esto ya
es más personal, cuando las “gracietas” van dirigidas a mí y no te conozco,
pues un día tras otro puedo tomármelas bien, pero al siguiente, igual ya no.
¿Qué suele ocurrir? Que cuando eres tú la que contestas con otras tonterías o
de manera más seria, tienes un mal día, no le has hecho gracia y es que las
cosas inesperadas nunca se saben cómo se las va a tomar el prójimo.
Debo añadir que ha sido una semana un poco especial, igual el
estado de ánimo puede ayudar, me he planteado ser razonable. Aparentemente la
cosa está muy bien, se puede hablar de una manera sana, eso sí, en las clases
se está al programa que es más
interesante que los chistes. Entiendo que si una persona ya conoce lo que
explican, se pueda aburrir, pero el resto no tenemos la culpa. Por otro lado,
supongo que muchos sujetos están allí por obligación. No es mi caso, desde hace
no mucho tiempo, suelo hacer cada cosa porque quiero. Los “tener que” y los “debo”,
se han quedado aparcados.
Me han traído a la memoria las típicas clases de instituto en las que se categorizaba a la gente, en
realidad, lo hacían algunas personas. La “empollona” que luego es a la que
siempre se acude cuando han dedicado su tiempo a mirarse los pies o tienen
alguna duda. Esto que está ya tan trillado debería evolucionar y si me dicen
que tienen seis años igual lo entiendo, pero no con veintiuno. En ese tipo de
espacios, ya no tienen que decirnos cómo comportarnos, relacionarnos, etc. Más que nada, porque es un curso que se supone
está orientado a una práctica y a una posible contratación, que si no gusta,
haber elegido otro.
Incluso para trabajar en “El club de la comedia” debería tener un
mínimo de conocimientos. Me remito como prueba a grandes del monólogo: David Guapo,
Dani Rovira y Goyo Jiménez. Los que más sigo y de hecho, este viernes voy a ver
de nuevo a David.
Mea culpa, seré demasiado seria, responsable, prudente. Por eso mejor ser
como el agua, adaptarnos a las circunstancias en la medida en que podamos. Eso
sí, si sentís una injusticia, aclararlo. Nadie tiene derecho a ningunear a otra
persona. Como se suele decir, hablando se entiende la gente. Hablad, no
lleguéis a otros extremos que últimamente estoy leyendo unas cosas en la prensa
británica que dan miedo. La comunicación y el diálogo están para eso, si no os
escuchan, habrá que cambiar de argumento o simplemente relacionarse con otras
personas.
Como una de las últimas películas que he visto, “Stockholm”, me dejó de piedra. En un
principio, pensaba: “hace unos años en
las noches madrileñas, también paseaba y mantenía una conversación hasta un
portal o cogía el metro de vuelta con mis amigos”. Hasta que llegué al
final y volví a pensar: “¡vaya remate para
una noche!”. Seguimos eligiendo películas curiosas, “360: juego de destinos” me quedo con la última frase, “si llegáis a una encrucijada, tomarla”.
Rematamos con: “Memorias de un Zombie
adolescente”, por suerte no estaba sola.
Nos entretiene como mirar por la ventana y observar lo que hacen tus
vecinos. Hay que arriesgarse a la hora de elegir, igual en alguna te toca el
gordo.
Quiero terminar con una anécdota sonora y gracias, no fue
olfativa. Me dirigía el viernes a casa de mi hermana, caminaba hacia el metro
cuando de pronto, escuché una resonante trompetilla del individuo que caminaba
delante. Al menos el sonido creo que procedía de esa parte. Me vino a la mente,
“ahí, apretando”. No sé si por el
efecto sorpresa producido en mí o porque no me pareció muy natural, sino algo
forzado.
Recomendación humorística y amena, “Botchan”. Si os gustó, “El guardián entre el centeno”, tienen cierta similitud los protagonistas.
Al igual que una amiga mía, él también pone motes y curiosamente uno de ellos
es el “Bufón”. Me ha encantado al igual que “Kokoro”. Encontraremos muchas cosas de nuestra vida cotidiana que
se asemejan con la japonesa.
“Una idea puede ser el
origen de un camino, de una aventura, de un mundo” Mariano R. Guasch
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