martes, 29 de abril de 2014

Convencional...



Esta entrada tendría que haberla escrito ayer porque me saldrían menos esfuerzos por estar enfadada y tratar de contar la experiencia en el curso de Artes Gráficas, pero es que hoy estoy muy contenta, no sé si porque se acerca un puente  y voy a realizar actividades extra que no son habituales y alguna que otra excursión o porque simplemente a veces también tocan los días buenos. Otra vez, entra en juego la actitud y la disposición a la que nos enfrentemos a nuestra jornada, tarea, trabajo, etc.

Respecto al curso que nos ha otorgado el Inem y la Comunidad de Madrid por eso de estar desempleados, “Diseño Gráfico”, el título en realidad es más largo. Me siento muy feliz en cuanto a lo que son contenidos y sobre todo, en este segundo módulo que trata de Photoshop, es alucinante lo que puede enganchar algo tan sencillo como es retocar una fotografía, lo de sencillo igual me he pasado, pero creo que de momento lo básico lo estamos cogiendo. El primer módulo fue más teórico pero son temas obligatorios, sé más de impresión a estas alturas que distinguir una letra cortesana, de una procesal que hacía antiguamente.

Si nos centramos en el personal, el profesor a cargo de la tarea también me gusta. Sabe dar las cosas de una manera que se entiendan, trata de agradar a todos y cada uno de los alumnos de diversas edades, lugares, etc. Ahora, toca hablar de los compañeros, de manera general son gente sencilla, normal, agradable. No he conocido a los catorce que componemos la clase, pero a primera vista puedes llevarte una buena impresión. Siempre habrá alguien que te agrade más o menos, pero al final todos tenemos un faro: acabar el curso, realizar las prácticas y con un poco de suerte, encontrar un trabajo. Si es con esta especialidad, mejor.

Cada  uno de nosotros elegimos a personas que están al lado o cerca. Han coincidido para dialogar, hacernos más amena la jornada y quién sabe, incluso puedes encontrar amigos. Mi caso está dudoso, no soy una chica asocial, pero por primera vez, estoy encontrando diferencias de edad bastante considerables, si es que se le puede achacar a eso. A dos de ellas les saco ocho y diez años.

Mi obstáculo, no lo voy a llamar problema porque no creo que haya que darle esa relevancia es que nunca me he llevado bien con los/as “bufones” y creo que ni me llevaré, los tolero porque todo el mundo tiene derecho a respeto y una cierta educación o cordialidad por mi parte, pero no soy capaz de empatizar. Por muchos motivos: en primer lugar porque normalmente sus mofas suelen ser hacia personas calladas o distintas al resto; segundo, se ríen por todo y en mi caso, pues igual soy más selectiva con el humor. Tercero, esto ya es más personal, cuando las “gracietas” van dirigidas a mí y no te conozco, pues un día tras otro puedo tomármelas bien, pero al siguiente, igual ya no. ¿Qué suele ocurrir? Que cuando eres tú la que contestas con otras tonterías o de manera más seria, tienes un mal día, no le has hecho gracia y es que las cosas inesperadas nunca se saben cómo se las va a tomar el prójimo.

Debo añadir que ha sido una semana un poco especial, igual el estado de ánimo puede ayudar, me he planteado ser razonable. Aparentemente la cosa está muy bien, se puede hablar de una manera sana, eso sí, en las clases se está  al programa que es más interesante que los chistes. Entiendo que si una persona ya conoce lo que explican, se pueda aburrir, pero el resto no tenemos la culpa. Por otro lado, supongo que muchos sujetos están allí por obligación. No es mi caso, desde hace no mucho tiempo, suelo hacer cada cosa porque quiero. Los “tener que” y los “debo”, se han quedado aparcados.

Me han traído a la memoria las típicas clases de instituto  en las que se categorizaba a la gente, en realidad, lo hacían algunas personas. La “empollona” que luego es a la que siempre se acude cuando han dedicado su tiempo a mirarse los pies o tienen alguna duda. Esto que está ya tan trillado debería evolucionar y si me dicen que tienen seis años igual lo entiendo, pero no con veintiuno. En ese tipo de espacios, ya no tienen que decirnos cómo comportarnos, relacionarnos, etc.  Más que nada, porque es un curso que se supone está orientado a una práctica y a una posible contratación, que si no gusta, haber elegido otro.

Incluso para trabajar en “El club de la comedia” debería tener un mínimo de conocimientos. Me remito como prueba a grandes del monólogo: David Guapo, Dani Rovira y Goyo Jiménez. Los que más sigo y de hecho, este viernes voy a ver de nuevo a David.

Mea culpa, seré demasiado seria, responsable, prudente. Por eso mejor ser como el agua, adaptarnos a las circunstancias en la medida en que podamos. Eso sí, si sentís una injusticia, aclararlo. Nadie tiene derecho a ningunear a otra persona. Como se suele decir, hablando se entiende la gente. Hablad, no lleguéis a otros extremos que últimamente estoy leyendo unas cosas en la prensa británica que dan miedo. La comunicación y el diálogo están para eso, si no os escuchan, habrá que cambiar de argumento o simplemente relacionarse con otras personas.

Como una de las últimas películas que he visto, “Stockholm”, me dejó de piedra. En un principio, pensaba: “hace unos años en las noches madrileñas, también paseaba y mantenía una conversación hasta un portal o cogía el metro de vuelta con mis amigos”. Hasta que llegué al final y volví a pensar: “¡vaya remate para una noche!”. Seguimos eligiendo películas curiosas, “360: juego de destinos” me quedo con la última frase, “si llegáis a una encrucijada, tomarla”. Rematamos con: “Memorias de un Zombie adolescente”, por suerte no estaba sola.  Nos entretiene como mirar por la ventana y observar lo que hacen tus vecinos. Hay que arriesgarse a la hora de elegir, igual en alguna te toca el gordo.

Quiero terminar con una anécdota sonora y gracias, no fue olfativa. Me dirigía el viernes a casa de mi hermana, caminaba hacia el metro cuando de pronto, escuché una resonante trompetilla del individuo que caminaba delante. Al menos el sonido creo que procedía de esa parte. Me vino a la mente, “ahí, apretando”. No sé si por el efecto sorpresa producido en mí o porque no me pareció muy natural, sino algo forzado.

Recomendación humorística y amena, “Botchan”. Si os gustó, “El guardián entre el centeno”, tienen cierta similitud los protagonistas. Al igual que una amiga mía, él también pone motes y curiosamente uno de ellos es el “Bufón”. Me ha encantado al igual que “Kokoro”. Encontraremos muchas cosas de nuestra vida cotidiana que se asemejan con la japonesa.

“Una idea puede ser el origen de un camino, de una aventura, de un mundo” Mariano R. Guasch


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