El pasado domingo fuimos al cine
a ver la película del director, Álex de la Iglesia “Las brujas de Zugarramurdi”, una comedia que satiriza el proceso de
Logroño.
Si buscas por la Web la historia
descubres como historiadores han escrito sobre este hecho y cómo el suceso ha
provocado que sea un lugar cultural para los curiosos.
Anteriormente al acontecimiento se
corrió por la región el pánico, acudiendo al lugar un inquisidor para
inspeccionar y confeccionar un informe con todo tipo de denuncias por parte de
los lugareños. Quedando culpadas más de
trescientas personas, supongo que muchos vecinos aprovecharían para utilizar la
venganza por cualquier asunto que fueran arrastrando. Cuarenta de esas personas fueron apresadas y
juzgadas en el proceso de Logroño.
La brujería vasca se entiende que
es conocida por Zugarramurdi. La
Inquisición se vio “obligada” a intervenir debido a los casos de hechicería que
circulaban por Europa y entraban por la zona pirenaica, como si fuera una plaga. Se
decía de ellos que bebían sangre, mataban niños, etc.
La Inquisición mandó dictamen, no
se había probado estos sucesos, pero debido a la ignorancia de las gentes del
común era conveniente mandar a predicadores a convencerles de lo contrario, un
clima bueno para creer en la superstición, brujería, etc. Además de
instrucciones precisas, como erigir una capilla, dónde las “brujas” se reunían
para sus ritos; a las hechiceras se las tratara mal con castigos como azotes y
destierros.
Se celebró en 1610, cuando se
descubrió una organización dedicada a los aquelarres. Moratín, “El sí de las
niñas”, acusó a los inquisidores que intervinieron en el auto. Como no,
Francisco de Goya y Lucientes también
crítico de estas supersticiones en sus pinturas negras, boceto que me recuerda
a la última escena de la película, “Aquelarre,
Dos brujas volando, Cuatro brujas por los aires, Bruja comiendo en familia”.
Lo curioso es que a pesar de no
estar demostrado, las brujas y brujos tenían nombre y apellidos y los
inquisidores también. Fue un caso verídico, en lo que al auto se refiere.
Quizás Álex de la Iglesia quiera satirizar hoy en nuestro s. XXI esa otra
realidad, la de los aquelarres, hechicería, magia negra y muchas brujas (claro
que aquí era cosa de mujeres reivindicativas, brujas del siglo XXI, con
costumbres del s. XVII).
Como bien estudian los expertos
en mi pintor favorito, Goya, captaba muy bien en las caras de esas brujas: el
vicio, decadencia, amoralidad, ruindad, como algo bestial y humano en un mismo conjunto.
Estos cuadros sorprendentemente
se le solicitaron como encargo cuando terminó, “Los Caprichos”, de sus
influyentes mecenas los duques de Osuna, en su cuenta estaba el pago de seis
cuadros que titula como “Asuntos de brujas”, 27 de junio de 1798, ya estaban en el
Palacio de la Alameda. Los títulos exactos no se conocen, fueron creados para
la biblioteca de los duques en relación con los temas literarios. Muestra la
imaginación abandonada por la razón, puede crear seres y creencias fantásticas
que nada tienen que ver con la realidad, lo difícil es ver a una mujer ilustrada,
dedicada a estos temas.
En los Caprichos, Goya, destierra
las supersticiones del pueblo, por ello los trata en clave de humor, también se
cree que el inspirador fuese Moratín, debido a que éste deporta el auto de fe
de Logroño, Goya no pudo ver las notas dado que es una obra anterior a la
Guerra de la Independencia (1808), pero existió relación entre ellos. En la “Cocina de brujos”, muestra la
metamorfosis que pueden sufrir las personas hasta convertirse en animales.
En Zugarramurdi existe un espacio
museístico desde 2007, un homenaje a aquellas
víctimas que fueron perpetradas por una situación de extrema vigilancia, debido
a una ola de pánico y la imposición autoritaria de la Santa Inquisición.
Más información en: http://www.vallenajerilla.com/berceo/gildelrio/zugarramurdi.htm
“Donde está la imaginación está
la mirada”
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