lunes, 15 de julio de 2013

Sentimientos



“Los sentimientos se deslizan, a veces se refugian en guaridas de amor, pero cuando emergen al aire preso o libre, dan el color del mundo, no del universo inalcanzable sino del mundo chico, el contorno privado en que nos revolvemos. Gracias a ellos, a los sentimientos, tomamos conciencia de que no somos otros, sino nosotros mismos. Los sentimientos nos otorgan nombre, y con ese nombre somos lo que somos”
(Mario Benedetti-Vivir adrede-)

Cuando salen a relucir, es todo un descubrimiento, nos trasforman, nos hacen dependientes de ellos y aunque queramos dejarlos pasar de largo, es imposible, están ahí y se van a presentar cuando menos te lo esperas. Sacan aquello que escondemos, que dudábamos que alguna vez fuera a presentarse. Son estados de ánimo o emociones, las segundas se palpan, a través de neurotransmisores como la dopamina, la noradrenalina y la serotonina.

Por ello, experimentamos, sentimos sensaciones. Da igual las veces que lo hayamos sentido, siempre volvemos, por eso somos seres sociables, necesitamos expresarnos, comunicarnos, pero también el tacto, la vista, el oído, fraguan el caldo que se va anidando en nuestro interior hasta que decide emerger.

Cada cual, tiene los suyos. Como dice Benedetti, nos reconocemos cuando los llevamos puestos de abrigo y nos definen, porque cada persona siente a su manera, a su antojo, a lo que dicta su corazón. Al final, siempre es el que manda.

Llegan al comenzar el verano, como si el sol los invitara a salir a calentarse y si sobrepasan el punto de ebullición, pueden suceder dos cosas: evaporarse o mojar a alguien. Todo depende del tiempo de espera;  no es lo mismo que hiervan unos minutos, unos días, meses, estaciones o dejen de hervir.

No sólo influyen los sentimientos en sí mismos, para que alcancen ese punto. Les afecta el medio en el que se desarrollen, la presión atmosférica. Cuando se mastica la tensión no es fácil que lleguen a buen puerto, por eso lo mejor es dejar que hiervan poco a poco, de una manera relajada, sosegada.
Creo que si hay sentimiento, hay voluntad. Como en esto, en todo. Poner pasión a una comida, a un retoque fotográfico, a un trabajo. Probablemente, saldrá mejor que sin ese ingrediente. 

Si buceáis por la red, encontréis como en Inglaterra en los s. XVI y XVII se les consideraba apasionados, pero al basar la moral en ellos, se acaba en la frialdad. Y en el s. XIX, existía la escasez de sentimientos. O cómo lo que en realidad nos guía, es el interés. El interés es un cierto amor hacia algo que te gusta hacer, no creo que mostrar sentimientos o reconocerlos o dejarte llevar por ellos, signifique vivir a la intemperie, no saber dónde vas a acabar y cómo. Ésa es una aventura que merece la pena probar, si todo se supiese de antemano, probablemente nos atreveríamos a menos cosas. 

Si se tiene sobre la mesa lo que queremos, lo que no queremos, lo que realmente nos apetece y seguimos siendo nosotr@s mism@s, con nuestros sentimientos. Puede que tomemos conciencia de lo que somos ahora y de lo que hacemos, para ello.

“Creo que la vida nos regala lo que nuestra actitud nos permite disfrutar”


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