Mientras leía expedientes, escuché una canción que me transportó a otro lugar, en otro tiempo, cuando
jugábamos a las cartas escuchando esa canción. Dos románticos escuchando a Álex
Ubago, menos mal que sólo éramos amigos, aunque nos duró, tiene letras muy
bonitas y la plena adolescencia alargada, nos hace volvernos amorosos, libres,
auténticos y sí, pasionales. Libres, porque
no había nadie más alrededor, eso siempre suele ser bueno, los conocimientos de
causa, tienen efectos y no siempre son útiles. Luego nos montamos unas
películas de ciencia ficción, mejor que no. Recuerdo como era noble porque mi
fotografía de pequeña es bailar en navidades con todos mis hermanos, cómo era
valiente porque no me callaba nada, mostraba las cosas con orgullo y
naturalmente. Como tu primera impresión fue que era una sosa, luego pasé a
ser muy loca.
Mis malas elecciones en cuanto a
películas y mariposas…
Jamás nadie me había dado las
gracias por un tiempo compartido, regalado, menos tú. Crecer con alguien es
genial, la confianza llega a ser divertidísima, pero a veces las cosas se
acaban. Anular canciones, lugares que no nos recuerden es algo práctico, pero
no lo evita, por eso con este gran recordatorio, escribo estas líneas con ese
fondo tan tierno, soy valiente y fueron muy buenos años en mi vida. Con los
años, nos hemos metido con el cantante, le hemos tildado de ñoño, pero he
recuperado canciones, la infancia y sobre todo la adolescencia entrando en la madurez, se queda
marcada. Quién no lo asuma, tiene un problema.
Si eligiese momentos, me
quedaría con: “¡qué fuerte, qué fuerte!, besos mañaneros antes del trabajo y
abrazos, mejor fuera que dentro, bostezas y no te dejo, vaya curva más curvada,
aprendizaje de nanas en árabe en el metro, despedidas y lloros (ay, qué bonito),
reencuentros, quince días en tirso, el piso del largo pasillo, te muerdo la
cabeza (yoda) y a ti la mano (yoda también). Videojuegos y mi hermano, “soy una
mierda” (en alemán) entendíamos que decíamos otra cosa. Chicos y chicas, La
sombra del viento, intenso interés por la Segunda Guerra Mundial. Los ochentas,
mal momento para entrar en la habitación de una mamá, party, cuatro kabab o
cuatro platos de kabab (¿dónde los metías?), cosquillas y rodillazo, pies fríos
muy fríos. Grabaciones cumple de Marta
(en un país multicolooor), fijación en partes, cuñi, hogueras en la playa,
monte no veo nada, Mamá Figueira, miles etc.
La memoria está para que sea bien utilizada y
así, volar. Ojalá a otros lugares. Sé que eres feliz, sé que llegarás lejos y gracias por cruzarte en mi camino.
Ahora me quedo con lo que dijo
John Lennon, crecer a través de las personas, lo que nos dan, lo que damos, lo
que se pierde y lo que permanece. Nadie debe cargar con las carencias, querer
ayudarse es lo bonito, cada persona es un todo, si vamos acompañados que sea
por querer formar algo más grande, no para un sistema de contrapesos. Cada personalidad
enriquece, no separa. Casarse no es obligatorio es una opción como cualquier
otra, antes está la de cumplir todos los deseos y saborearlos, todos somos amados no es cuestión ni de dinero, ni de belleza, ésta es
subjetiva. Existen los mapas con multitud de líneas, cada línea es un camino y
ése, una alternativa, no existe una para todos, cada persona es libre de
encontrar la suya propia. Quiérete mucho y viceversa. Sal a que te quieran, sal
a demostrar lo que quieres, las guerras para aquellos que las inician.
Y “Camino”, “dos que no se buscan y se dan la mano (ésa es la cuestión), caras
nuevas en otro lugar, pienso en todo lo que fui, en todo lo que soy y mereció
la pena, siento que sólo pude ir en una dirección, pienso que siempre he estado
ahí echando el corazón y que valió la pena, siento que sigo estando aquí,
detrás de una canción”.
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