Siempre he
escuchado que la ciudad de París es la ciudad del amor, no conozco París, pero
conozco Roma y para mí, es la ciudad del amor o al menos una de las más románticas
que existen. Aprovechamos bien nuestros cuatro días, desde por la mañana
temprano bajábamos caminando por el Trastevere, creo que no nos quedó prácticamente
ninguna Iglesia que ver, ningún resto romano que obviar, incluso fuimos a Ostia
Antica (aparece en la película), que lugar tan bonito. Crypta Balbi, Termas de
Diocleciano, Museos Capitolinos, Ara Pacis, Largo di Torre Argentina, Foros,
etc. Entre mis compañeros hicimos una piña, fue muy divertido, aún recuerdo
como la dueña de un restaurante nos hablaba de Almodóvar, cuánto cariño
desprendía y ese helado.
Hubo otro momento
en el que me emocioné y fue al contemplar “La Piedad”, pero es que a mi compañera le pasó lo
mismo. Creo que me enamoré de cada uno de mis compañeros, de mi profesora y su
pareja, de “La Fontana
di Trevi”, que encima se acabaron las pilas de la cámara y no tengo ninguna
foto allí, pero me enamoré de Roma. Tengo que volver porque tuvimos que elegir
entre la Cúpula
del Vaticano o entrar al Coliseo, después de tres días viendo Historia Antigua,
necesitábamos más Renacimiento.
Las emociones
también pasaron por sentimientos de miedo, cuando cogimos un taxi, tras nuestra
primera y última tarde relajada comiendo una pizza, llegábamos tarde al
aeropuerto, yo iba sentada en el centro de los asientos traseros, creía que iba
a salir disparada por la ventanilla delantera, no os exagero, pero si no llegó
el taxista a 180 km/h anduvo cerca. Por suerte, llegamos sanos y salvos, tristes
porque se acababa la aventura, pero vivos.
Nos hospedamos en
un seminario, porque era lo más barato, veinticinco euros por noche, nos
trataron fenomenal, teníamos nuestra habitación, muy religiosa, a veces daba miedo,
cama rígida y muy alta. La ducha o salía helada o te quemaba, pero no tuvimos
queja. Yo me perdí cinco veces en Roma. Varias en el seminario, era un caso
perdido. Una noche acabamos en la azotea viendo en un viejo televisor, los
programas televisivos de Roma, recordaban a las “Mama Chicho”.
Aquí tuvimos un
patinazo con el idioma francés, eso o me estaban tomando el pelo claramente. Hablábamos
de la limpieza de las calles, de lo limpios que son los españoles y los
franceses, cuando le dije a mi amigo francés, que me había encontrado comiendo
pipas en el metro a unos franceses y tirándolas al suelo. Pues me miró con ojos
desorbitados, porque él no entendió pipa como lo que aquí es un fruto seco,
sino que entendió “Faire une pipe”, ahí os lo dejo, los tres nos reímos
bastante.
De los viajes
siempre se sacan momentos bonitos, “Vive
de instante en instante, porque eso es la vida” ( Facundo Cabral).
No hay comentarios:
Publicar un comentario