sábado, 19 de enero de 2013

A Roma con amor (Primera parte)




El fin de semana anterior vi la última película de Woody Allen, estrenada el pasado año en cines, “A Roma con amor”, protagonizada por el propio Woody Allen, Penélope Cruz, Roberto Benigni, Alec Baldwin y Jesse Eisenberg, entre otros. Son cuatro historias que se desarrollan en la ciudad de Roma. La primera son un matrimonio que viajan para conocer al novio de su hija, el padre no es otro que Woody Allen, obsesionado en ser cazatalentos y nos brinda más de una carcajada, una de las escenas que más me gustó, fue en la casa de los padres del futuro yerno, mientras Woody espera, el padre del futuro yerno se pone a cantar ópera en la ducha, a mí me pareció una situación singular. En la segunda historia, protagonizada por Roberto Benigni, se hace famoso de la noche a la mañana sin motivo alguno, historias surrealistas muy propias del director. En la tercera, Alec Baldwin es un arquitecto que viaja a la ciudad, dónde conoce a un estudiante Jesse Eisenberg y en la cuarta, una mujer se pierde por la ciudad mientras su marido espera a sus padres en el hotel y mientras tanto, se presenta Ana (Penélope Cruz) en su habitación.

El argumento de la película me ha encantado, porque me ha recordado a las antiguas películas de Woody Allen, como “Misterioso asesinato en Manhattan” de mis favoritas, en las que las conversaciones cobran un aire ilógico y la trama es surrealista. Y siempre suele coincidir que en todas en las que él participa como actor, a mí me resultan las más divertidas. Y además creo que sabe sacarle mucho partido a los actores.

Otra de las cosas que creo que hace que la película sea especial o al menos a mí me ha transmitido, es como la ciudad de Roma, siempre nos envuelve, nos transforma y a veces nos convierte en otras personas. Además, a mí me ha traído muy bonitos recuerdos.




Cuando yo estuve en Roma, allá por el 2009, fui con unos compañeros de universidad e íbamos de una manera obligada, puesto que eran unas prácticas, pero que si a mí me hubieran dicho que debía quedarme una semana más, no me hubiese importado, es más, el último día de noche, paseando delante del Panteón, lloraba porque no me quería ir y esto me ha sucedido en muy pocas ocasiones. Me parecía tan irreal estar viendo esa majestuosa maravilla, de noche, con esa luz especial que la envuelve de misterio, que me resultaba muy difícil desprenderme de ella.
Fue la misma sensación que tuve en blanco y negro, paseando delante de “El Coliseo o Teatro Flavio” y de fondo sonando “Für Elise” de Beethoven. Para que luego digan que sólo tienen banda sonora las películas, pues a veces la vida y como no, los viajes, también la tienen.



No hay comentarios:

Publicar un comentario