sábado, 1 de diciembre de 2012

Lo que no me mata, me hace más fuerte



Una semana más y prometía ser la última, finalmente no fue así, después de tenernos toda la tarde en tensión, decidieron que continuábamos todos en la casa, sí, casa, porque dudo mucho que a ese sitio se le pueda llamar oficina y más teniendo en cuenta que el presidente de dicha empresa, tiene una habitación con su cama, cerrada con llave, por supuesto, pero existe, no es de extrañar que te veas sorprendido durante conversaciones, como les pasó a mis compañeras. Además de dejar sus enseres higiénicos en el baño, como el “Listerine”.

Nada más allá de mi imaginación, después de un mes y medio, quieren que hagamos inventario de todos los expedientes de demanda civil y penal que hay en la oficina, darles números, esto no es por otra cosa que para saber quién continuará en un futuro, también en número, una, dos o tres personas, aunque así es muy fácil tener a la gente trabajando, les pagas lo justo, que trabajen bajo la presión de que cada día tienen que aportar números, les haces ir en festivos y fines de semana, bajo el pretexto de que se les abonará y se les dará un día más de alta en la seguridad social, tan sólo unas horas, pero siempre abonándoseles las correspondientes al contrato. Transcurren los días, los meses y no ves ese dinero por ningún sitio, la frase más trillada es, “a final de mes”, me pregunto, ¿de qué mes?, ¿de qué año estamos hablando?

No son sólo fines de semana y festivos, mi compañero y yo empezamos un 25 de octubre, nos dieron de alta un 6 de noviembre, ¿alguien ha visto ese dinero? Nosotros no, primero se nos dijo que se acumulaba y lo dicho, a final de mes; posteriormente, la campaña acabaría el día 30, dada la relación de todos los empleados con sus correspondientes días que les deben, se prometió que en diciembre, a primeros, se cobraría, pero las últimas noticias al respecto son que en enero. Ya hablamos de otro año, lo que significa  cosas nuevas, lo que está claro es que lo que no se deja por escrito, tiende a no cumplirse, no siempre, pero las palabras se las lleva el viento.

Compañeros, aseguran que se paga, tarde, pero se hace, mi cuestión es, ¿tenemos la necesidad de estar con  quejas, reclamando nuestro derechos y lo que por justicia es nuestro, constantemente? ¿Es necesario tener que respirar tensión, enfado y seriedad suprema porque a ellos se les antoje? Se acaba por tener aprensión a todo lo que nos dicen, por creer, no creo ya nada. Además de los sofocos que te llevas a tu casa, sinceramente, se necesita el dinero, pero lo primero es la salud, creo que es una forma muy improductiva de formar a la gente, de darles ánimos y sobre todo de tenerla contenta, al final, ganarán mala publicidad. En los tiempos que corren, no ayuda, acaba por restar credibilidad y si yo soy un socia, que pretendo que me defiendan, de antemano sé la mala praxis y organización que tienen, no estaría muy convencida de confiar en ellos.

Por otro lado, a pesar de los desacuerdos, de la poca palabra de algunas personas, siempre es mejor que estar en casa, mirando las paredes o no, igual algunas personas preferirían esto último, no es mi caso, pero también tengo por seguro que lucharé por lo que creo que es justo, hablaré siempre que tenga que hacerlo y a la larga, me haré una persona más dura de roer, porque esto es la experiencia, por suerte o por desgracia.
Lo positivo, estamos a primeros de mes y he podido cubrir algunas ilusiones, al final, es lo importante. Aún no se sabe a qué lugar acabaré dedicándole mis jornadas laborales, pero lo que si sé, es que me llevo personas de esas experiencias y siempre nos ayudan a ver la vida de otro modo, a enriquecernos y mejorar. A mí en este caso, me han dado mucho empuje en intentar lograr mis objetivos y alzar la voz, aunque no me quieran escuchar.

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